A los 75 años de Naciones Unidas, el mundo que soñamos
Desde el SNU en Cuba, convocamos al concurso "El mundo que soñamos". Este es el mundo que sueñan los ganadores Marcelo González, Daniela Horta y Lorena Pérez.
Convocamos al concurso hace apenas unas semanas. Unos cincuenta trabajos -incluyendo dibujos y textos- se presentaron a la convocatoria. Cualquier supuesto de que las niñas y jóvenes cubanos no conocían la Agenda 2030, quedó rápidamente superado. Aun cuando el abordaje de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y sus metas es siempre un libro abierto, el jurado enfrentó respuestas familiarizadas con los temas de la convocatoria. Es, en todo caso, un buen punto de partida para involucrar a más personas de todas las edades en abordar los desafíos de los próximos años, que no son otra cosa, a fin de cuentas, que la batalla cotidiana por un mundo mejor.
Dictámen del Jurado
El Jurado, compuesto por especialistas del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), la Asociación Cubana de Naciones Unidas (ACNU) y la propia Oficina de la Coordinadora Residente,
Teniendo en cuenta:
-El ajuste de las obras al tema propuesto y a las bases publicadas en el concurso
-El conocimiento demostrado por los participantes sobre la Agenda 2030, y su significado para la aspiración de un mundo más justo, equitativo y sostenible.
-Por acercarnos a estos temas con una mirada impetuosa, joven, que es capaz de involucrar a las personas en un llamado a la acción por un mundo mejor
-Por apropiarse de una visión inclusiva, que resalta la Igualdad de Género y la Reducción de desigualdades como prioridades de las metas y Objetivos de la Agenda 2030
El jurado determinó
Otorgar el premio de dibujo al niño Marcelo González
Otorgar el premio de texto, categoría 13 a 18 años, a la joven Daniela Horta
Y Otorgar el premio de texto, categoría 19 a 25 años, a la joven Lorena Pérez
En nombre de los organizadores del concurso, del Jurado y del Sistema de Naciones Unidas en Cuba, a los premiados, ¡Muchas Felicidades!
Los trabajos
El dibujo del niño Marcelo González encabeza la portada de nuestro sitio web. En el caso de los dos textos premiados, los reproducimos a continuación íntegramente:
Daniela Horta, 17 años
El mundo que soñamos Cada noche, con la retirada del gigante dorado y la llegada de la plata que alumbra el inmenso lienzo estrellado, me siento en un rincón de mi balcón, y miro al horizonte, en ese momento soy capaz de observar la maravilla que habita en nuestro mundo. La perfecta naturaleza que nos premia con cada poco de belleza y frescura. Su flora, presente en cada jardín de nuestros hogares y la fauna que nos regala en los emblemáticos paisajes. Las charlas de las familia y risas de los niños del barrio que gozan de su ritual de juegos, son algunas de las actividades que observo desde mi balcón.
A estas horas con la brisa de la noche me suele invadir una pizca de inquietud, esa que no solo nos hace percatarnos de nosotros mismos, sino de todo lo que acontece en el mundo exterior y me entristece conocer que cada día aumentan los problemas económicos, políticos y sociales. La desigualdad social en cuanto a las clases, el género o la raza y los problemas medioambientales traen consecuencias negativas en la construcción de una inmensa sociedad, que no solo afectan directamente a este mundo, pues también logran lacerar mi joven corazón. Por esto pienso que es importante que pensemos cómo hacer de nuestro mundo un lugar mejor, para cada uno de los habitantes que lo conforman y las futuras generaciones.
Sueño con un hábitat al que no solo podamos llamar hogar, sino sentir el peso de dicha palabra al mismo tiempo en que es pronunciada. Una comunidad sin importar la nacionalidad, el color de la piel o el género, donde reine la armonía, mientras que los prejuicios y la discriminación hayan sido remplazados por la dulce silueta de la sonrisa. Una en que cada individuo se sienta bien consigo mismo sin estar sometido a críticas externas, en la que cada niño hasta en el rincón más lejano pueda poseer educación de calidad, gratuita y accesible, que lo permita convertirse en un profesional perseverante en su trabajo. Algo como la salud debería estar a disposición de cada individuo que necesite de este imprescindible servicio, pues me atrevería a decir que el bienestar físico y psicológico es fundamental en la lucha por el bien común.
El cuidado del medioambiente y de cada ecosistema natural es indispensable para nuestra supervivencia, sin dejar a un lado la merecida atención que demanda la exquisita diversidad de la flora y la fauna que nos rodea. Con el paso de los años hemos sufrido la lamentable extinción de disímiles especies, perdiendo un poco de esa esencia natural que caracteriza cada región del planeta; es por esto que ínsito a cada uno de nosotros a ser portavoz de esta distinguida causa.
Podemos construir un plan de acción en el que aprovechemos los recursos naturales para el crecimiento económico sin dañar ni contaminar las aguas, suelos y demás entornos que conforman nuestra inmensa esfera. Resguardar la paz y la justicia por encima de todo, plantear nuestras ideas de forma racional y resolver los problemas internacionales mediante el diálogo. Para combatir los efectos de la pandemia que tanto ha perjudicado a nivel mundial, desde el ámbito económico con la disminución de la productividad, en lo social con las obligatorias medidas de sanidad por el bien común de la población y otras múltiples problemáticas ha sido necesario mostrar el valor y el coraje que nos define como seres humanos. La unión y apoyo mutuo de las naciones sería sin duda de vital importancia para sembrar la solidaridad y ayuda internacional.
La Agenda 2030 acordada por los Estados Miembros de las Naciones Unidas es una perfecta oportunidad para poner en práctica estas increíbles ideas. Pienso que si cada uno de los países, grandes ciudades, familias e individuos son conscientes de la situación que enfrenta nuestro planeta podrán poner fin a muchas de las dificultades y ayudar a cumplir cada una de las metas expuestas.
Los diecisiete objetivos para el Desarrollo Sostenible de Cuba son un inicio y una muestra de lo que debemos engendrar, para desde nuestro entorno apoyar esta noble causa. El caimán de las Antillas ha sido fiel a los principios solidarios, desde los inicios ha mostrado cualidades internacionalistas, brindando ayuda desinteresada en momentos difíciles a otras naciones a lo largo del globo terráqueo, muestra de estos son la Misión Barrio Adentro, hace diecisiete años y la actual brigada Henry Reeve que cumple quince años de ardua labor médica.
Las circunstancias en que se presentan y los retos actuales, no son fáciles, lo cual no significa que desde nuestro puesto de estudiante o trabajador no seamos capaces de colaborar de disímiles maneras. Sería increíble crear organizaciones para el bienestar medio ambiental, el cuidado animal, la protección de los derechos humanos, los avances económicos, tecnológicos y la prevalencia de la paz y la justicia. Aunque muchas estructuras organizativas ya se dedican a tratar estos temas con resultados muy positivos, opino que deberían seguir creciendo, pues cada ente debe ser capaz de expresar este tipo de sentimientos para hacer ver a otras personas cuánto debemos cambiar y accionar; pero sobre todo que está a nuestro alcance la posibilidad de hacerlo juntos y unidos por un mundo mejor.
Con el paso de los años y mi crecimiento personal, espero ser socialmente útil y auxiliar en temas de interés mundial. Sé que todo esto es posible si educamos con valores: la responsabilidad, la solidaridad, el respeto, la amabilidad y sobre todo el amor a las personas, la familia, los animales, a nuestro país, la naturaleza y al planeta Tierra; son elementos esenciales para la creación de una sociedad íntegra y próspera. Solo así conoceremos la verdadera felicidad y una vida llena de suntuosidades espirituales. La redonda plateada alumbra con fuerza, yo la miro y sonrío, sé que es testigo de mi presencia, de mi mente ilusionada y de mis persistentes ideas. Junto a su ejército de pequeñas resplandecientes me desea una linda noche y promete llevar este mensaje a cada corazón valiente. Yo espero soñar con este nuevo mundo, ¿y tú?
Lorena Pérez, 22 años
El futuro en juego
_ ¿Por qué el Rey tiene más valor que la Reina?
_ Así son las reglas, hermanita.
_ ¿Y quién las escribió?
En mi larga lista de juegos de mesa, el ajedrez nunca estuvo presente. Quizá por temor a no comprenderlo o porque este, lejos de distraer, exige a la mente una visión de futuro difícil de desarrollar. Pero, como nunca es tarde para aprender y la pandemia quién sabe cuánto durará, decidí cambiar mi rutina y darle (o más bien darme) una oportunidad.
Si bien comencé con entusiasmo algunas reglas me hicieron dudar, no por su dificultad sino por aquello que representan. Tras conocer el valor, la disposición y el movimiento de cada pieza del tablero, fue inevitable cuestionarme si, más que un juego, el ajedrez también refleja una realidad social.
En el ajedrez la salida no se determina al azar: las fichas blancas siempre empiezan. Por tanto, quien juegue con estas, tendrá mayor ventaja. No se aleja mucho del mundo “real”, donde aún el color de la piel constituye motivo de discriminación.
Concéntrate - decía mi hermano - con tantas reflexiones tardarás siglos en aprender. Lo escuchaba pacientemente mientras explicaba: - El rey es la pieza más importante. El resto debe protegerlo a toda costa e impedir que lo ataquen. Igual que en los reinos -pensaba- todos en función del rey, sin importar si el resto sobrevive. Pues ni la dama lo iguala, más bien lo apoya, aun teniendo mayor movilidad. Estas reglas parecen convenciones sociales.
Así estuve varios días, moviendo los peones mientras reflexionaba sobre su poco valor en el juego (¿solamente?), leyendo sobre técnicas para atacar al adversario, pensando en más que la próxima jugada durante una partida. No sé si pueda en algún momento prever diez jugadas por adelantado, mas, por ahora me atrevo a imaginar cómo serán los próximos diez años en este mundo tan caótico y dividido.
Ni cerrando los ojos me deja de alumbrar el destello de los móviles ante una nueva notificación. Vislumbro un mundo donde la conexión tecnológica es, irónicamente, inversamente proporcional a la conexión humana. Duele el silencio del creciente conformismo que (nos) invade cual serpiente en acecho de su presa.
De todas las operaciones matemáticas aprendidas, la división siempre prima. Llegar a un acuerdo se vuelve un sueño. Continúa la insaciable lucha por el poder. La hierba ya no crece por el fuerte pisar de los elefantes. Las voces se enmudecen entre tantos gritos. No soporto la idea de ser un simple peón cuyo paso esté limitado por reglas, no acordadas, sino impuestas. En medio de tanta oscuridad, resulta imposible hallar un camino. Abro los ojos.
Veo en mi cuenta de Facebook publicaciones del Movimiento #MeToo por la lucha contra el acoso y abuso sexual. Veo a Greta Thunberg exigiendo respuestas para afrontar el cambio climático. Veo las manifestaciones por el asesinato de Floyd en Estados Unidos. Escucho al Dr. Durán dando el parte de los casos de Covid19 en la televisión.
Lo ratifico. Quiero un mundo donde las mujeres no sean silenciadas ni tengan miedo a alzar su voz, un mundo con más equidad de género y menos discriminación. Quiero que los jóvenes cuidemos nuestro entorno conscientemente y no por tendencias pasajeras. Aspiro a que unamos la raza humana en lugar de dividirla por las diferencias que tanta riqueza nos aportan. Ansío un mundo donde se multipliquen las vacunas y no las enfermedades. Busco desarrollo en su más amplia definición. Quisiera que más personas estén al tanto y se involucren con la Agenda 2030 para transformar las palabras en acción.
Esta agenda vela por el bienestar de las personas y el desarrollo de su potencial. Se propone erradicar epidemias como el SIDA y la malaria, a la vez que impulsa la innovación y el intercambio de conocimientos. Plantea acciones para el cuidado del planeta en aras de satisfacer las necesidades de las generaciones presentes y futuras. Busca el progreso, no solo económico, sino también social y tecnológico. Aboga por la paz, justicia e inclusión, tan necesarias en estos momentos hostilidad y edificación de fronteras físicas y mentales. Mas, esta agenda no cobra vida por sí sola; depende de la voluntad colectiva para alcanzar sus objetivos. De ahí que promueva las alianzas entre los países para apoyar a aquellos más vulnerables.
Tampoco se puede pretender que nuestros gobiernos solucionen todo. Si para cada persona resultara inconcebible dejar a otros atrás, habría menos avaricia y más bondad. Por ese motivo comento a mi familia y allegados qué prácticas discriminatorias tenemos incorporadas por defecto y posibles vías para paliarlas. Todo cambio comienza en la mente y el hogar.
Defiendo mis derechos como mujer y opto por la igualdad en la toma de decisiones. Intercambio constantemente con amigos de diferentes regiones y creencias. Aprender acerca de sus culturas es uno de los primeros pasos para el respeto y la comprensión. Velo por mi salud, sobre todo ahora, donde un descuido puede poner en peligro a muchos más. Brindo mi ayuda a quien lo necesite, ya sea para aclarar dudas sobre un ejercicio académico o para acompañar a un adulto mayor a cruzar la calle. Intento mantenerme los más informada
posible sobre el acontecer actual. ¿Cómo cambiar una realidad sin antes conocerla? El conocimiento es la base para despegar.
Por eso decidí aprender ajedrez: para no quedarme atrapada en mi zona de confort, para poner a prueba mi capacidad de abstracción, para pensar más allá de lo inmediato de una jugada. Porque detrás de cada paso que damos, existe una cantidad indefinida de repercusiones. Saber enfrentarlas requiere astucia, detenimiento y estrategia. Muchos dicen que la vida es un juego. Más bien los juegos representan el cristal desde el cual contemplamos el mundo. A veces hay que limpiar los cristales, en otras ocasiones es mejor cambiarlos. Quizá no usemos la apertura siciliana al emprender una acción, pero sí pensemos en cómo avanzar sin atacar a otros. La humanidad está en jaque. Otra imprudencia puede dejarnos inmóvil.