Mensaje del Secretario General con motivo del Día Internacional de la Educación
Nueva York, 24 de enero de 2022
La pandemia de COVID-19 ha provocado el caos en la educación en todo el mundo. Unos 1.600 millones de escolares y universitarios vieron interrumpidos sus estudios en el momento álgido de la pandemia, y las dificultades no han terminado. En la actualidad, el cierre de escuelas sigue perturbando la vida de más de 31 millones de estudiantes y agravando la crisis mundial del aprendizaje.
Si no tomamos medidas, la proporción de niños en los países en desarrollo que dejan la escuela y no saben leer podría aumentar del 53 % al 70 %. Sin embargo, la conmoción que se vive en el sector de la educación trasciende las cuestiones de acceso y desigualdad. Nuestro mundo está cambiando a un ritmo vertiginoso, como consecuencia de la innovación tecnológica, los cambios sin precedentes en el mundo del trabajo, la irrupción de la emergencia climática y la pérdida generalizada de confianza entre las personas y las instituciones.
Los sistemas educativos convencionales tienen dificultades para impartir los conocimientos, habilidades y valores que necesitamos para crear un futuro mejor, más verde y más seguro para todos. La educación es un bien público preeminente y un factor esencial para la implementación de toda la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. La comunidad internacional no puede permitirse ser neutra en cuanto a la calidad y relevancia de la educación y el modo en que se brinda.
Por ello, este año voy a organizar una Cumbre sobre la Transformación de la Educación. Ha llegado el momento de reactivar nuestro compromiso colectivo con la educación. Eso significa invertir en planes integrales para ayudar a los estudiantes a recuperarse de las pérdidas de aprendizaje que han sufrido. Significa situar la educación en el centro de los esfuerzos de recuperación más amplios, destinados a transformar las economías y las sociedades y a acelerar los avances en materia de desarrollo sostenible. Significa solidaridad financiera con los países en desarrollo. Y significa iniciar un proceso de reflexión y análisis para dilucidar cómo pueden evolucionar y transformarse los sistemas educativos nacionales de aquí a 2030.
En la Cumbre sobre la Transformación de la Educación, se reunirán por primera vez los líderes mundiales, los jóvenes y todas las partes interesadas en la educación para considerar estas cuestiones fundamentales. En este Día Internacional de la Educación, y mientras nos preparamos para la Cumbre que se celebrará este año, hago un llamamiento a todos para que se unan en torno a la educación como un bien público y una prioridad política de primer orden en el contexto de la recuperación y de cara al futuro.
Mensaje de la Sra. Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO, con motivo del Día Internacional de la Educación 24 de enero de 2022
Hoy, cuando celebramos el cuarto Día Internacional de la Educación, nuestro mundo se encuentra en un punto de inflexión. Las flagrantes desigualdades, un planeta dañado, la creciente polarización y las devastadoras consecuencias de la pandemia nos plantean una decisión generacional: seguir por un camino no sostenible o cambiar radicalmente de rumbo.
La educación puede ayudarnos a resolver todos estos problemas, pero debe hacer frente a serios desafíos. Todavía no hemos cumplido nuestro compromiso de garantizar el derecho a una educación de calidad para todos. Los trastornos provocados por la COVID-19 no han hecho más que agravar una crisis educativa que, incluso antes de la pandemia, excluía a 268 millones de niños de la escuela, especialmente a las niñas. A raíz de esa exclusión, millones de niños, jóvenes y adultos podrían ser víctimas de la pobreza, la violencia y la explotación.
En esta época excepcional, no podemos seguir haciendo lo mismo de siempre. Si queremos transformar el futuro, si queremos cambiar el rumbo, debemos repensar la educación. Se trata de forjar un nuevo contrato social para la educación, como se pide en el informe de la UNESCO sobre los Futuros de la educación, publicado el pasado mes de noviembre. Tenemos que reparar las injusticias del pasado y orientar la transformación digital hacia la inclusión y la equidad.
Y necesitamos que la educación contribuya plenamente al desarrollo sostenible, por ejemplo, integrando la educación ambiental en todos los planes de estudios y formando a los docentes en este ámbito. Con ese fin, debemos prestar apoyo financiero a la educación, teniendo en cuenta que no es un gasto, sino una inversión. Por ello, en la Declaración de París aprobada durante la Reunión Mundial sobre la Educación de la UNESCO el pasado mes de noviembre, nuestros Estados Miembros reafirmaron su compromiso de dedicar al menos el 4% del PIB o al menos el 15% del gasto público a la educación.
Asimismo, debemos intensificar la ayuda internacional y la cooperación mundial porque esta pandemia nos recuerda con dureza lo frágiles que son nuestras sociedades y lo interconectadas que están. Solo podemos lograr este cambio juntos, mediante la solidaridad y la cooperación. Para ello se ha de poner en marcha un amplio movimiento que englobe a los gobiernos, la sociedad civil, los educadores, los estudiantes y los jóvenes para movilizar nuestra inteligencia colectiva y reimaginar juntos nuestro futuro.
Este es nuestro mensaje con motivo del Día Internacional de la Educación, porque la educación es un bien común, un derecho fundamental y la base de un futuro sostenible.