Las cooperativas en el camino a la sostenibilidad de los sistemas alimentarios en Cuba
Cooperativas de crédito y servicio en la región oriental del país, asociadas a proyectos del PMA, avanzan hacia soluciones locales para el desarrollo sostenible
La labor de las cooperativas agrícolas puede crear transformaciones con impacto favorable en la seguridad alimentaria de las localidades y el empoderamiento de sus productores. La representación en Cuba del Programa Mundial de Alimentos (WFP por sus siglas en inglés) trabaja con varias de ellas para, entre otras acciones, fortalecer las capacidades de los pequeños agricultores y lograr vínculos directos y una mejor articulación entre estos y los programas de protección social.
Gibara Verde x Ciento: resiliencia desde las soluciones locales
Más de 300 personas vinculadas a cuatro Sistemas de Atención a la Familia (SAF) y una escuela primaria semi interna reciben semanalmente viandas, hortalizas y frutas destinadas a apoyar su alimentación, de parte de la cooperativa CCS “Félix Rojas”, en la oriental provincia de Holguín. Esta CCS es una de las que suministran cultivos a las Redes de Protección Social (RPS), a partir de la asociación al proyecto “Gibara Verde x Ciento”, que se desarrolla en ese municipio.
“Unos meses antes del proyecto destinábamos algunos cultivos a apoyar la alimentación de los SAF, pero era cuando se podía. Sin embargo, a partir del trabajo con WFP, la entrega de alimentos se ha planificado y se hace semanalmente. Esto ha generado un cambio significativo en la cooperativa y una mayor conciencia y compromiso por parte de los productores”, refiere el presidente de la asociación agrícola, Jorge Luis Verdecia Girón.
Con la intervención conjunta de WFP y el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA), la mencionada iniciativa busca promover una alimentación saludable, nutritiva e inocua en la localidad; conectar a los productores con la distribución directa de alimentos a centros como escuelas, círculos infantiles y SAF; fortalecer las capacidades de estos centros en la elaboración de alimentos y la educación nutricional; así como reducir vulnerabilidades y riesgos frente a impactos climáticos y económicos negativos.
Jorge Luis precisa que existen retos que la cooperativa gibareña enfrenta en su camino hacia la sostenibilidad. Uno de ellos es mantener la producción de hortalizas en épocas en las que normalmente es difícil su cultivo. Sin embargo, como explica, se exploran soluciones con el apoyo del proyecto para incrementar la resiliencia de esa unidad productiva, por ejemplo, con la instalación de un semiprotegido para el uso común de los productores. Estos desafíos son abordados con el objetivo de fortalecer la producción y garantizar un suministro constante de alimentos frescos y nutritivos.
Actualmente, la cooperativa es una de las líderes de entrega de suministros a las RPS en el municipio. Refiere que otro de los beneficios que percibirán los productores mediante el proyecto es el equipamiento previsto. La acción forma parte de las estrategias de WFP y FIDA para la incorporación de tecnologías de producción sostenibles y así reducir el impacto de los eventos climáticos extremos.
“A partir del proyecto ha habido una mayor sensibilización de los productores para este vínculo con las RPS y también porque ven que van a recibir beneficios para la cooperativa. Ahora estamos en espera de recibir insumos como sistemas de riego, turbinas y otros. Este equipamiento permitirá fortalecernos y estar en todas las capacidades de suministrarles todo lo que necesiten los SAF y el seminternado”.
Actuar diferente desde la producción
Víctor Rosabal Martínez, presidente de la CCS “Manuel Hernández” del municipio Jiguaní, en Granma, refiere que, aunque las más de mil hectáreas de la cooperativa son de clase II (requieren técnicas agrícolas para su conservación), a través del proyecto “Actúa diferente”, están trabajando en aquellas destinadas a la producción de cultivos varios para suministrar a las RPS.
El análisis de las vulnerabilidades de la producción de alimentos ante eventos extremos y el fortalecimiento de las capacidades de los agricultores para superarlas son elementos esenciales de esta iniciativa, impulsada en Cuba por el WFP con fondos de la Agencia de cooperación internacional de Corea (KOICA), y que se desarrolla en cinco municipios de las cinco provincias orientales de Cuba desde 2020.
“Cada finca tiene identificadas sus vulnerabilidades y se está trabajando para reducirlas, por ejemplo, en los sistemas de servicio de suelos, para mejorar las tierras. Lo estamos haciendo, gracias a las orientaciones y capacitaciones del proyecto, a través de soluciones sostenibles y medios biológicos: sembrando contra la pendiente, usando barreras vivas, aplicando abonos orgánicos como el compost y lombricultura”, comenta Víctor.
Además, los productores reciben partes meteorológicos locales tanto por vía escrita como por aplicaciones de mensajería. Esto les permite tomar decisiones con respecto a las siembras, cosechas y para poder actuar ante eventos meteorológicos extremos.
Para Víctor, “Con el proyecto hemos tenido más unión entre los campesinos, una mejor articulación entre ellos. Ahora, cuando identificamos una vulnerabilidad en alguna de las tierras enseguida nos planificamos sobre cómo mejorarla. Logramos que los campesinos entreguen más producciones, porque han visto que es una manera de beneficiar sus cultivos y una forma de pago seguro, y también saben del impacto de la entrega de las producciones en la población”.
“Actúa diferente” es un proyecto que tiene como objetivo apoyar las cadenas de valor de hortalizas, vegetales y granos en los municipios involucrados para incrementar su abastecimiento en los programas de protección social. Esta entrega tiene un enfoque nutricional y hace énfasis en la Alimentación Escolar, incluyendo a los niños de escuelas primarias rurales que hoy no reciben alimentación escolar.
De la cooperativa “Manuel Hernández”, 10 productores están vinculados al proyecto y entregan cultivos varios semanalmente a cuatro escuelas primarias y un SAF. En el municipio Jiguaní, la cadena de valor fortalecida fue la del frijol, para lo cual se realizó una feria de variedades que permitió determinar las más resistentes para su siembra.
Como parte de este proyecto, las formas productivas establecieron el nivel de entrega mensual de los cultivos hacia las RPS: distribuyen frijoles en las etapas en que estos se cultivan y en otras épocas, cultivos varios como vegetales y hortalizas. Según explica Víctor, “si en un mes tenemos planificado entregar boniato, por ejemplo, y por cualquier problema ese suministro se ve afectado, lo suplimos con otro producto para garantizar que lleguen alimentos a las personas”.
Además de impulsar la producción local como plataforma para contribuir a la seguridad alimentaria en los municipios, el proyecto ha posibilitado la educación nutricional de los beneficiarios. Tal es el caso de los estudiantes de la escuela especial “Juan Pérez Olivera”, quienes han establecido un vínculo con la cooperativa y aprenden en un círculo de interés sobre la cadena del frijol y sobre buenas prácticas alimentarias en general, a la par que reciben una alimentación adecuada a sus necesidades de nutrición.
Trabajar para alcanzar sistemas alimentarios sostenibles, desde las transformaciones locales, permite no solo asegurar el acceso a alimentos nutritivos para todos, sino también preservar los recursos naturales, mitigar el cambio climático y promover la resiliencia de las comunidades; cambios significativos que contribuyen a un futuro más próspero y equitativo.
Por: Dalila Castro Fontanella