La solidaridad es el mejor antídoto contra el miedo

Los testimonios de dos niños durante el taller de sismos en Granma, evidencian importancia de la preparación frente a eventos como estos, de carácter repentino
Los estremecedores testimonios de Francisco Alexey Torres Salazar (Pancho), de 10 años, y Juan Raúl Benítez Torres, de 14 años, durante el taller de sismos en Granma, evidencia la importancia de la preparación para este tipo de eventos, cuya naturaleza repentina genera complicaciones adicionales para las acciones de preparación y respuesta.
Las vivencias de Francisco y Juan Raúl se conocieron durante el taller de sismos que tiene lugar en la provincia de Granma, con el acompañamiento de ONU Cuba y su grupo técnico para Emergencias Únete, junto a la Defensa Civil y autoridades del territorio.
ONU Cuba les presenta, en exclusiva, los testimonios de estos niños sobre su experiencia de vida el pasado 10 de noviembre, cuando dos terremotos afectaron el territorio granmense.

Francisco:
Como a las 10 am yo estaba durmiendo, y sentí algo que estremeció mi casa, cuando nos movimos a un lugar que le llamamos la sabana porque no tiene construcciones. Después sentimos como unos bombazos que se sentían en el mar, y vino entonces el temblor mas grande y vimos que los edificios se movían, se caían las hojas de los árboles y yo estaba nervioso porque la gente estaba llorando. Fue duro ver que algunas casas estaban derrumbadas, a la gente se le rompieron muchas cosas y algunos estuvimos tres días sin entrar en la casa porque teníamos temor. Cocinabamos en la calle, y se hacia también leche. Desde entonces, en la escuela y en la casa nos hemos estado preparando por si se repite. Agradecemos a UNICEF toda la ayuda que nos dieron, porque fue muy duro enterarnos que la escuela estaba toda agrietada. Y recordarles que la solidaridad es el mejor antídoto para el miedo.

Juan Raul
Vive en Pilon, en el barrio de Calabaza. Su escuela colapsó por el sismo.
Era un domingo común y estábamos mi familia y yo en la casa. Y de pronto siento que se mueve la silla en la que estaba sentado en el patio. Corrimos todos a una zona despejada para que no hubiera riesgo de que nada se derrumbara y nos cayera arriba. Fueron apenas instantes, pero para nosotros fueron interminables por el miedo y el desespero, pensamos que el mundo se iba a acabar. Vimos que todo se puso oscuro, y de pronto la vivienda de nuestra vecina se derrumbó. Corrimos a la planta de asfalto. Cuando todo paso, sentimos gritos desde lo lejos y fuimos hacia esa casa a ver que sucedía.… se corría la voz de que el mar veníaa hacia nosotros y corrimos desesperados hacia las zonas altas de la montaña… Después la vida se nos hizo difícil, nadie quería entrar en sus casas, la gente no podía conciliar el sueño por la tensión que tenían y dormían en la intemperie por miedo a entrar en sus casas.
Con información de Yursys Miranda, comunicadora de PMA